viernes, 12 de abril de 2013

Notas sobre una pieza de ajedrez del castillo de Mataplana ( Ripollès )


   Como es bien conocido, que el ajedrez era ya conocido en Catalunya - en realidad la “Marca Hispánica” o Condados fronterizos catalanes – es una realidad palpable tanto por los diferentes inventarios y documentos testamentarios de los que se tienen noticias a partir del Siglo XI, como por el hallazgo de algunas piezas siendo las más importantes las que se conservan en el Museu Diocesà de Lleida y que provienen de la vecina Colegiata de Sant Pere d´Àger.

   En este contexto, para la Historiografía ajedrecística, ha quedado algo olvidado el hecho de que en una antigua Baronía pirenaica se hubiese encontrado una nueva pieza. Recapitulemos: La Baronía de Mataplana – pues de ella se trata – está situado en medio de un valle y un paisaje típico del Ripollès, en el término municipal de Gombrèn, y al parecer fue fundada por la escisión de un noble del Vizcondado de Berga ya durante el Siglo XI. No es prueba concluyente, pero ya un Siglo antes, entre el 898 hasta el 998, esta zona fue feudataria del Condado de Urgell – posteriormente lo sería de la Cerdanya – y como tal se encontró durante las excavaciones del Castillo un escudo de dicha familia, paradójicamente labrado en oro y sable, también llamado en heráldica castellana “jaquelado” o “escacado”. Casualidad o no este escudo pudo tener su origen en la transmisión oral intrafamiliar del episodio de la batalla que el 1010 tuvo lugar entre los hombres de Ermengol I (poco después de la fecha de su testamento - recordemos, en el 1008, primera descripción documental de todo el Occidente donde se cita el ajedrez -) contra los sarracenos cerca de Medina-Azahara, en Andalucía. Así que ninguna otra familia como esta podía aducir una conexión ajedrecística tan antigua y bien documentada.

   Como se ha dicho, la Baronía de Mataplana tuvo su periodo de desarrollo entre el Siglo XI y finales del XIV, pero hay un par de acontecimientos a caballo entre dicho Siglo XI y el XIII de gran trascendencia para nosotros.

   El juego ya era objeto de especial estimación por parte de la nobleza y considerado en la Edad Media una de las disciplinas que se enseñaba a los jóvenes de la corte al mismo tiempo que el latín, la caza o los deportes ecuestres: y de ahí que conllevara un modelo de comportamiento de los caballeros. Por ello no es de extrañar que en la época de la corte del Barón Huguet de Mataplana (1174?-1213) se cultivase su práctica. (hay que decir que ya en el Siglo XI el primer europeo que menciona el ajedrez  es el judío Moisés Sephardi,y en su Disciplina Clericalis incluye el ajedrez en los siete "logros" –probitates - de un caballero).

    La pieza que se encontró en 1986 formaba parte de este período y pudo haber llegado allí a través del conjunto de algún juego por herencia intrafamiliar o fruto de alguna conquista contra los árabes e incluso de algún intercambio comercial. En el primer caso, no debemos olvidar que eran feudatarios del Condado de Urgell, (que como se ha dicho, su escudo de armas ajedrezado así lo atestiguaba en el frontispicio del castillo). En el segundo caso, ya hemos mencionado que el Barón participó en la famosa batalla de Las Navas de Tolosa (1212) contra los árabes y pudo conseguir tan preciado “tesoro”, o bien intercambiar algún regalo con sus vecinos del sur de la comarca del Condado, cercana a la ciudad de Lleida, que es donde estaba establecida la “frontera musulmana”.

   La segunda prueba más clarificadora nos viene dada por un documento escrito. Se sabe que Huguet fue un personaje culto y refinado, protector de juglares y trovadores y que en su castillo acogió a Ramón Vidal de Besalú – quien probablemente le dio lecciones de occitano y del arte de trovar, ya que del mismo Barón se conservan algunos fragmentos de obras -. En su obra “So fo’l temps c’om era jais”el trovador de Besalú nos describe muy gráficamente lo que ocurría y él mismo vio en la segunda planta de la torre rectangular principal: “Unos iban y venían por la sala, por tal como es muy gentil jugaban a juegos de mesa y al ajedrez sobre tapices y cojines, verdes, rojos, de indio y azules.” (“Per la sala e say e lay, per so car mot pus gen n’estay, ac joc de taulas e d’escax per tapís e per almatracx vertz e vermelhs, indis e blaus” en su original occitano). Precisamente la pieza encontrada se halló en las ruinas de dicha torre, por lo que no sería nada descabellado pensar que fue la misma que pudo ver el propio Ramón Vidal.

   

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     Pieza de ajedrez del Castillo de Mataplana expuesta en la Mostra Museogràfica Permanent  Comte Arnau del Casal de Cultura de la Vila de Gombrèn en el Ripollès



Castillo-Residencia de Mataplana

    En este punto convendría hacer una aclaración: el “ajedrez” tal como lo conocemos hoy tiene poco más de 500 años. El juego que se conocía en la Edad Media, proveniente de los árabes, era conocido como Shatranj y aunque los movimientos de las piezas eran similares, éstos eran más lentos (los grandes cambios no llegarían hasta el Siglo XV, con la irrupción de la Dama y las nuevas características del Alfil). Si observamos las fotografías, la pieza parece ser efectivamente un caballo. Pero este hecho no es tan fácil de dilucidar a simple vista; para llegar a tal conclusión debemos de considerar otros ejemplares conocidos, y particularmente al igual que el estudioso francés Jean Louis Cazaux, me inclino a pensar que bien pudiese ser un alfil (anotemos de paso que el movimiento del caballo, faras en el antiguo ajedrez árabe, es el mismo que en la actualidad; al contrario del alfil, fil –elefante-, que saltaba hasta el segundo cuadrado diagonal sin ocupar nunca el primer cuadrado). Se conocen otros dos ejemplares, uno en el Metropolitan Museum of Art (S.XII) y el otro en el Museo del Louvre (S. IX), también catalogados como “arábigos”, y tampoco resulta tan claro conocer de cual de ambas piezas se trata.
                      


   Lo único seguro es que ambas están hechas de marfil (al igual que la de Mataplana), lo que indican su estado de “distinción”. Por último, comentar también que si bien está rotulada como perteneciente al S.XIII, ello no tiene que ser necesariamente así, y de hecho, aunque sea un tanto románticamente, a nosotros nos gustaría situarla dentro del contexto del Conde Hug y su amigo Ramón Vidal de Besalú.

   Mas tardíamente y ya a mediados del S. XV, que el ajedrez seguía siendo conocido en nuestra vecina La Pobla de Lillet, es que aparece inventariado un documento testamentario hecho por su pavorde en 1461. Igualmente, se celebra cada año la representación de una partida de Ajedrez Viviente, con personas ataviadas con el vestuario propio de la época medieval y en la que se dirime siempre una batalla entre los ejércitos normandos o sarracenos contra los diversos Condes y Señores del Valle, todo como homenaje al Señor de Mataplana que fue quien nos concedió la carta de poblamiento.

Ajedrez Viviente


   Coincidiendo con la disputa del XXII Torneo Internacional  ( 1-9 de Agosto ) se representará una nueva edición de la Partida Viviente en nuestro pequeño pueblo.




   La idea inicial partió de Ramón Saus en base a una representación que ya se realizaba en Marostica ( Italia ), pero debido a la dificultad de ubicar una plataforma para su representación en el propio río que atraviesa el pueblo, hizo que la idea tuviese que posponerse hasta el año 2001 cuando la Asociación teatral “Amics del Romea” se hizo cargo de la primera edición y en la que se representó la conocida partida Andersen – Dufresne, Berlín, 1852 ( la “Siempreviva” ) idealizando un combate entre los cristianos residentes en el Valle contra los musulmanes-sarracenos



Año 2001. La partida en la jugada 19, cuando la Dama Negra captura al Caballo de f3, y poco antes del conocido remate final por parte del blanco

   El Ajedrez Viviente de La Pobla puede definirse como la representación teatral de una partida de ajedrez en la que priva su puesta escénica por encima de su aspecto técnico, y en la que el espectador no necesita conocer el movimiento de las piezas para entender y disfutar de la misma. Aunque la escenografía es la misma, su argumento varía cada año al incorporar una partida distinta en cada edición. Respecto a ésta, lo idóneo es reproducir una gran partida clásica, de las que cualquier GM nos haría vibrar si la representamos en un tablero.

   Para organizarla, la obra cuenta con la presencia de un narrador que va contando las visicitudes de la obra, así como “cantando” las jugadas. La batalla es viviente a todos los efectos,y así cuando una pieza es capturada, un porta-estandarte sale a escena para retirarla y dar mas realce a la obra mientras suena una música marcial. Los actores lo forman niños, algunos muy pequeños, en su papel de peones; y adultos en la segunda fila, escogiendo los papeles de Rey usualmente las personas mas altas de la localidad. La otra persona importante que podríamos destacar es la diseñadora de vestuario ya que gracias a ella podemos contextualizar todo el trabajo que hay detrás.

   Desde hace tres años el Ayuntamiento decidió levantar un tablero permanente a base de mármol en la plaza principal para dar continuidad a la representación.


   Por su originalidad, espectacularidad y belleza, el interés de la población es constante cada año, también en los días previos, reflejados en los comentarios de los asistentes.

   Muchos habitantes del pueblo y alrededores, vestidos de gala para la ocasión, se reúnen para admirar este magnífico espectáculo nocturno. Es frecuente ver cámaras de fotos y de vídeo de los espectadores y los medios de comunicaciones locales y comarcales realizando el seguimiento del acontecimiento para dar testimonio de cara al futuro.